Lo misterioso y terrorífico se maridan cuando penetramos en las ciudades. Foto de emtionsofgray.
Vivimos en ciudades, enormes espacios de concreto en los cuales deambulamos sin observar realmente lo que tenemos a nuestro alrededor. Caminamos por las calles sin mirar hacia arriba, hacia los techos, ignorantes de lo que puede haber allá arriba. Bajo nuestros pies, yacen los restos de la ciudad, la cual, como una serpiente que deja atrás su piel, va dejando memorias perdidas en esa esquina, en ese jardín, en esa casa abandonada…
De niño logré una vez colarme en un museo y salirme de las salas de exhibición. Nadie me prestó atención mientras deambulaba por pasillos destinados para empleados. Llegué a un patio con una hermosa fuente colonial, subí por unas escaleras de servicio y así llegué a la azotea desde donde podía ver toda la ciudad desde otro ángulo. En ese momento, me sentí el único habitante de ese mundo que existe paralelo al nuestro.
Aunque no haya nada dentro, el aura que emanan los lugares abandonados es electrizante.
Este deseo de encontrar un lugar secreto es lo que lleva a los exploradores urbanos, apodados URBEX, a entrar a lugares abandonados con la intención de explorarlos. La actividad raya en el allanamiento por lo que tienen que ser cuidadosos de no ser descubiertos. No están libres de peligros, ya que el entrar a lugares deshabitados los coloca en riesgos continuos por derrumbes u otros accidentes. Pero todo eso lo hace más emocionante y hace que en sus mentes valga la pena intentarlo.
Por supuesto que entrar a un lugar supuestamente deshabitado invita a encontrarse con lo desconocido, con lo terrorífico. Prácticamente estás entrando a un cuento de horror donde tu historia se enfrenta a riesgos de supervivencia extrema. Pero es precisamente la emoción de vivir riesgos la que hace que los URBEXers se lancen a la aventura.
Los URBExers se arriesgan contra todo por adrenalina.
En la ficción, las historias suelen considerar a la ciudad o al edificio abandonado como otro personaje, el cual se va descubriendo conforme avanza la narración. Recomiendo ampliamente las historias de Charles de Lint. En Dreams Underfoot (1993), por ejemplo, el autor toma una ciudad ficticia llamada Newford como el escenario de historias donde los protagonistas se encuentran con los sobrenatural.
Especial mención el cuento The Goblin Drum –El Tambor Duende- que viene en la misma antología de Dreams Underfoot, donde una exploradora urbana trae de vuelta a casa un recuerdo que resulta ser más importante de lo que parece. Perdido Street Station (2000) de China Melville es una narración del género weird fantasy donde llega un invasor a la ciudad de Nuevo Crobuzon y amenaza con destruirla.
En el cine, la trama recurrente es de URBEXers que entran a una parte de la ciudad donde no deberían entrar y se enfrentan a algo horrible. Así tenemos Más Profundo que el Infierno (Andy Fetscher, 2011) donde un grupo de exploradores se pierde en los drenajes de Berlin. Experimento Paranormal (Sean Stone, 2012) pertenece al género de found footage, y nos narra como un grupo de exploradores entran a un hospital psiquiátrico abandonado para explorarlo y se encuentran con que el lugar tiene todavía un residente. Raakvedos (Elmo Rautio, 2016) es una película finesa que narra la historia de un explorador que entra a un orfanato abandonado. Como pueden ver, la trama es similar siendo la exploración de edificios abandonados de diferentes usos la razón de la historia.
En esta novela de tres tomos, la era victoriana se mezcla con alta tecnología para dar pie a una historia fantástica.
Para cerrar, siempre nos han atraído los lugares desconocidos, pero en nuestra época, el espacio urbano invade cada vez más todo lo que nos rodea, así que explorar lo desconocido en lo citadino es una manera de canalizar esta atracción.