Adan y Eva en el jardA�n del EdA�n, de Boetius Adams Bolswert y After David Vinckboons (1576 – 1632-1633)
Los jardines nos remiten al jardA�n del EdA�n, ese lugar mA�tico del cual surgiA? la humanidad, las culturas de Asia Central comparten la historia, estoy seguro que la han escuchado en una versiA?n u otra. Todos vivA�amos en paz, todo era perfecto e idA�lico hasta que por alguna falla fuimos expulsados a sufrir y vagar en el mundo.
Un extraA�o en el jardA�n de Saddo
Y desde entonces los ricos quieren tener su propio jardA�n del EdA�n en su casa para presumir que a pesar de estar atrapados en este mundo de materia y muerte, tienen un pequeA�o pedazo de paraA�so en el patio. No hay querubines cuidando la puerta, casi siempre rejas de metal electificadas de 6 metros o perros entrenados que evitan que entre la realidad a ellos.
No somos invitados a ellos mA?s que en ciertas ocasiones y, cuando logramos entrar, no nos queda mA?s que contemplar con los ojos desorbitados las fuentes, los laberintos, los pavoreales, el lujo. Nada luce fuera de lugar en este pequeA�o paraA�so. Todo ha sido cuidadosamente diseA�ado para hacerte olvidar el mundo exterior. Ya despuA�s regresaremos a nuestra realidad, pensando que caminamos por un sueA�o.
Una esquina en el jardA�n con dalias (Claude Monet, 1873)
El jardA�n es pues, naturaleza domesticada, lejos quedan los temores del bosque tenebroso, aquA� todo estA? diseA�ado y controlado con minuciosidad.
A primera vista, no hay nada horrible en un jardA�n. Al contrario, es un lugar de paz y perfecciA?n. Pero si miramos con cuidado podemos encontrar relatos de decadencia y crA�tica al exceso, o de secretos enterrados debajo del jardA�n. Donde nadie nunca revisarA�a. Las plantas pueden ser venenosas, los animales entrenados para convertirse en asesinos de los presentes y, todos los que estA?n en su interior pensando que estA?n protegidos del mundo exterior, pueden descubrir con horror que estA?n encerrados mA?s que protegidos.
Es conocido el caso de Fred y Rosemary West quienes mataron a mA?s de 12 jA?venes para luego enterrarlas en el jardA�n de su casa. Los jardines son buen lugar para ocultar evidencia como ha sucedido recientemente en nuestro paA�s.
En el jardA�n, de Thomas Wilmer Dewing (1892-94)
Entrando a la ficciA?n, no sucede precisamente un jardA�n, pero en a�?La MA?scara de la Muerte Rojaa�? de Edgar Allan Poe podrA�amos imaginar una fiesta suntuosa en un jardA�n tipo Versalles donde todos mueren por la peste al final. priligy generika dapoxetine kaufen.
Hablando de los jardines mA?s famosos de la historia, en Vatel (2000) vemos la vida del diseA�ador de esos jardines y las fiestas suntuosas de Luis XIV.
En a�?El Demonio de NeA?na�? (Nicolas Winding Refn, 2016) el crimen ocurre en el jardA�n de la mansiA?n y nadie escucha a la protagonista pedir ayuda.
En a�?Desaparecidaa�? (1988, por favor no vean el remake de Hollywood de 1993) dirigida por George Sluizer, el protagonista pierde a su novia en un viaje, y aA�os despuA�s sigue recibiendo cartas de su secuestrador ofreciA�ndole decirle que le pasA? a ella.
En la literatura, desde luego, no podemos descartar el paso de la zacatecana Amparo DA?vila, que esta semana del 2018 cumple 90 aA�os, y en cuya obra breve pero potente, los jardines son siempre los escenarios predilectos para sus personajes femeninos. Casi simbA?licos, los jardines son bellezas enclaustradas y reprimidas, como muchas de sus protagonistas, quienes se pierden en ensoA�aciones que distorsionan la realidad.