Convertirse en víctima de nuestros propios congéneres, cuando somos la punta de la cadena alimenticia, es aterrador. Arte de: Zdzisław Beksinski
Hablemos sobre el canibalismo: el platillo prohibido; este tiene sus orígenes junto con los de nuestra especie y es un signo de incivilidad practicarlo. Contamos con suficiente evidencia de que en tiempos prehistóricos, casi al final de la era glacial, era una práctica común. Hoy en día es menos frecuente, aunque se sigue haciendo en Nueva Guinea y algunas partes de África.
Pero no era simplemente ingerir a otro ser humano, casi siempre las culturas que lo practicaban creían que al comerse a un guerrero estaban ingiriendo su fuerza y su capacidad para pelear. Había una comunión al devorarlo y por eso preferían gente sana y fuerte a viejos o enfermos ya que había temor de que transmitiera su debilidad.
Aquí, en América, era una práctica común y guisos mexicanos como el pozole o los tamales tienen un origen macabro ya que la carne usada en ellos era humana. Hoy en día usamos cerdo ya que al parecer es un sabor parecido.
Un detalle del Códice Maggliabecchiano donde, supuestamente, se muestra el ritual del pozole.
Las razones por las que alguien de nuestra sociedad cae en esto casi siempre son debido a la falta de proteína en el entorno así que cuando se acaban los demás animales nos volteamos a ver con ansiedad e inseguros pensando en cuando alguien comenzará el ciclo. El hambre es terrible y, cuando es comer o ser comido, la decisión casi siempre es hacia lo primero. Aunque en Europa hubo un tipo de canibalismo disfrazado al consumir los restos de las momias egipcias molidos como medicina, ya hablamos sobre eso en una columna anterior.
Hoy en día, en nuestro mundo moderno, ya no practicamos eso ¿o sí?; Katty Perry, la cantante, dijo en una entrevista que fue invitada a participar a una reunión anual en Hollywood donde el platillo principal es ser humano y cito el artículo donde dice: “el anfitrión es elegido al azar para el año siguiente y tiene la obligación de preparar la cena con el ingrediente principal —humano—, el chiste es que, si no lo provee, él será la cena”.
Si le quieren creer o no a la cantante es su rollo, pero consideren esto. ¿qué sensación de poder se puede sentir al estar comiendo algo que es completamente ilegal y que rompe todos los tabúes de la sociedad moderna? Suena a algo que harían los ricos y decadentes.
Detalle de la tribus caníbales de Guinea.
Hay una leyenda urbana aquí en México del camión refrigerador lleno de cuerpos de niños muertos siendo transportados a algún lugar desconocido para ser procesados. La mitología tiene numerosos ejemplos de canibalismo desde Cronos devorando a sus hijos para evitar que lo depongan hasta las brujas de los cuentos de hadas que se comían a los infantes.
Existe la leyenda de El Wendigo en la región de los Grandes Lagos entre Canadá y los Estados Unidos; este es un espíritu que devora carne humana y puede poseer a otros seres humanos para que hagan lo mismo. En Asia, cuentan sobre fantasmas que devoran personas como los ogros alli available in canada. Oni y la Yuki Ona, un fantasma de hielo que devoraba el alma de aquellos que morían congelados.
En África, está el Devorador de Almas, una variante del espíritu caníbal en el folkor de Nigeri. Este es un espíritu que posee a su víctima y se la comienza a comer por dentro, la víctima tiene la necesidad de consumir otras almas canibalizándolas.
Hablemos ahora del canibalismo en el cine. Tenemos la increíble Ravenous (Antonia Bird, 1999) la cual narra la historia del capitán John Boyd, quien tiene que investigar homicidios donde las víctimas han sido devoradas; también está Somos lo que somos (Jim Mickle, 2013) la cual narra la historia de la familia Parker, la cual tiene un secreto; otra película bastante buena es Crudo/Voraz (Julia Docournau, 2016) donde una adolescente vegetariana comienza a desarrollar un antojo obsesivo por la carne fresca.
También tenemos el género que aborda el canibalismo con humor negro y así tenemos la increíble Delicatessen (Jean-Pierre Jeunet, 1991) una increíble comedia en la que, en un futuro distópico, la carne se acaba y la gente tiene que seguir comiendo. Si no la han visto, veanla. ¿Y si nos comemos a Raúl? (Paul Bartel, 1982) una comedia con tintes negros relacionados al canibalismo. Los carniceros verdes (Anders Thomas Jensen, 2003) narra las peripecias de un par de carniceros para poder conservar el negocio.
Si consideramos las historias de comunidades aisladas con costumbres caníbales está Las colinas tienen ojos, dirigida por el fantástico Wes Craven y estrenada en 1977, de la que hicieron un remake horrible en 2006 por Alexandre Aja; esta es la clásica historia de la familia que sale de viaje de carretera cuyo auto sufre una falla mecánica —clásico— y los deja varados en un lugar lejos de la civilización pero cerca de un grupo de caníbales. La película Hannibal (Ridley Scott, 2001) narra la continuación de El Silencio de los inocentes (Jonathan Demme, 1991) donde el Doctor Lecter juega un papel secundario, pero ahora es el protagonista de la historia.
El Universo de Hannibal ha instaurado la idea del caníbal en la cultura popular.
A ellas se une la precuela Hannibal, el Origen del Mal (Peter Weber, 2007) la cual explora la historia temprana del genio caníbal y qué lo llevó a esos extremos. No conformes, vino a complementar este universo en la televisión la increíble serie Hannibal (Bryan Fuller, 2013) donde se explora la vida del buen doctor; excelente serie, muy bien narrada.
Ya se que tenemos cuatro películas con el doctor a bordo —Dragon Rojo, El Silencio…, Hannibal y Hannibal: El Origen— pero la serie logra mantener la expectativa de una manera genial e interesante.
Para concluir, el miedo al canibalismo es el miedo a dejar de estar seguros en nuestra sociedad. Si nos volvemos comida, nos volvemos presa y, por lo tanto, ya no hay seguridad en nuestro entorno. Es caer de vuelta en la inseguridad de la víctima y eso rompe todos nuestros esquemas sociales.
¿Hambre?