Afiche promocional del documental.
Todos hemos fallado; llegamos a resultados insatisfactorios o, peor aún, a veces no concluimos lo que deseamos. Hasta el director Peter Medak (1937) se ha equivocado y en The Ghost of Peter Sellers (2018) hace una apología del error, del fracaso y del autoperdón.
El documental, que pudimos disfrutar en su premiere latinoamericana el viernes 2 de noviembre en Cinemanía en el marco del Mórbido Film Fest 2018, se enfoca en la desastrosa producción de Ghost in the Noonday Sun, escrita por Peter Sellers y Spike Milligan, filmada en Chipre en 1973 y dirigida por el mismo Medak. La película que nunca vio la luz narraba la historia de un barco pirata y un motín en el que el personaje de Sellers –un pirata bobo– tomaba el control de la tripulación.
Y, como si se tratara de una premonición, el barco que serviría de set llegó a Chipre unos días antes de que iniciara la filmación sólo para estrellarse contra unas rocas y hundirse a la mitad del puerto. Pero ese no fue el primer tropiezo, ya que desde que Medak se embarcó en la producción dijo haber tenido problemas con el guión pues ni él estaba convencido y Sellers parecía no reconocer su propia historia.
Peter Medak y Peter Sellers en Chipre durante la filmación.
Si bien en un inicio parece que el villano de la historia es Sellers, a medida que transcurre la película, Medak se convierte en su propio enemigo atrapado en un proyecto que desde un inicio tenía todas las de perder pero que él por su propia ambición no quiso soltar antes de estrellarse. Por su parte, Peter Sellers sin duda se retrata como un artista difícil en todos los ámbitos.
Desde su llegada a la isla tras haber terminado su relación con Liza Minelli, Sellers no parecía estar en la mejor disposición: había roces con sus co-protagonistas y fingió un infarto para salir de la isla unas semanas. Medak recuerda todo lo que vivió con él y cómo poco a poco perdió el control de la producción orillado a cambiar el guión, borrar escenas y modificar la historia.
Entre entrevistas en su estudio, visitas a los sets de filmación de Ghost in the Noonday Sun y fragmentos de la película que nunca se estrenó, el montaje funciona sólo para acrecentar los fantasmas del propio director, contrastando las escenas que con escenografías, props, luces y personajes llenan un espacio, que al siguiente corte está vacío y es sólo Medak quien lo llena con sus recuerdos. Sin embargo, esos fantasmas se van encogiendo a medida que el director conversa en el presente con algunos de los involucrados, unos más afectados que otros por el terrible destino de esa producción, pero es sólo Peter Medak quien parece haber sido impactado de manera profunda por la catástrofe.
Peter Sellers caracterizado como el pirata bobo.
Probablemente sin quererlo, Medak deja ver la inexperiencia y el pensamiento egocéntrico de creerse capaz de controlar lo incontrolable y de cargar con todo el peso de una producción que no tenía el apoyo de nadie. Todo esto visto a lo lejos y siendo Medak el propio verdugo de sus fallas del pasado. La película pasa de lo público y lo laboral a una introspección sobre las decisiones de su director y deja ver la vida de Sellers al momento de filmar Ghost in the Noonday Sun para así empatizar un poco con el actor.
Sin embargo, y más importante, conocemos la vida de Peter Medak a través de su propia narración y entendemos su relación con la pérdida y el fracaso: fue refugiado húngaro que en la adolescencia perdió a su hermano mayor y a su padre, para luego perder a su primera esposa, víctima de suicido. En la cámara, Peter confiesa sentirse culpable por esas perdidas.
Entonces entendemos que el fantasma de Peter Sellers no es sino el fantasma de la perdida y la culpa y que Medak ha cargado con él toda su vida, mucho antes de iniciar a rodar Ghost in the Noonday Sun.
Peter Medak con Gary Oldman en el set de Romeo is Bleeding (1994)
La película se convierte en un íntimo purgatorio en el que Medak busca el autoperdón y superar a esos fantasmas que el mismo ha creado y cargado durante toda su vida: “Esta película casi me cuesta toda mi carrera” declara y sabemos que no es cierto, ya que el director de The Changeling (1980), creo varias de sus mejores obras después. Ese es el verdadero final, eso que no sale a cuadro pero sabemos, aunque no podemos estar seguros de que el propio Medak esté consciente de ello.