Paul Booth (1968) tatuador y artista estadounidense, retrata el ansia y el miedo en varias de sus formas.
Rara vez pensamos en lo extraña, mágica y hasta tenebrosa que es la vida. Sin distinción, sin juicio moral, crea condiciones en las que sólo los más aptos sobreviven. Nuestra especie logró evadir, incluso superando a otros miembros de la familia de homínidos, los peligros evolutivos gracias a una herramienta oculta a la vista: un poderoso cerebro.
El escritor Yuval Noah Harari, en su libro Sapiens: De animales a Dioses – Breve historia de la humanidad comenta que fue el desarrollo del lenguaje y, por lo tanto, el de nuestro cerebro, el que permitió al sapiens encumbrarse en la pirámide. ¿Por qué fuimos tan especiales?
Los seres humanos hemos gobernado de forma indiscutible el planeta los último 5,000 años y se lo debemos a nuestro desarrollo cerebral. Aquí Yuval Harari en su Ted Talk de 2015 ¿Por qué los humanos gobiernan la Tierra?
Algunas explicaciones que da el consagrado lingüista Noam Chomsky son: nuestro cerebro mutó debido a las radiaciones solares, desarrollamos una lengua para comunicarnos mejor, defendernos de otras especies y de nuestros depredadores naturales, y, mi favorita, que fue la necesidad de chismear. Lo más probable, dice Chomsky, es que sea puro azar.
Si nos ponemos a pensar detenidamente, es un tanto siniestro la manera en la que funciona el cerebro. Es, virtualmente, el amo y señor del cuerpo, todo funciona por su accionar y se acciona para la sobrevivencia del él mismo. Sí nos vamos más allá, la existencia de nuestro cuerpo físico es exclusivamente para protegerlo junto con el sistema nervioso que le auxilia; somos una masa gris eléctrica, en una armadura de carne y hueso, que deambula buscando comprender que sucede, dónde está y por qué está aquí.
Uno de los órganos más estudiados dada su complejidad. El cerebro Pluma y tinta sobre gis negro en hoja de papel (c. 1508-9) Leonardo Da Vinci (1452-1519)
Esa fascinación y miedo se han reflejado en la literatura y el cine. Una imagen típica es el cerebro en el jarrón, normalmente asociado al científico loco que busca perpetuar la mente y la vida.
Una de las primeras apariciones populares es en el texto de H.P. Lovecraft El que susurra en la Oscuridad (1931) publicado en la revista pulp Weird Tales; en este, los mi-go, una raza con forma de hongo que extrae cerebros de los cuerpos humanos para ocuparlos, los llevan a un planeta lejano y preparar la llegada de Nyarlathotep, un dios primordial que sembrará el caos en la Tierra.
También el escritor C.S. Lewis, en su novela Esa horrible fortaleza (1946) tiene un personaje con una gran cabeza, aparentemente con un gran cerebro, que es quien comunica y rige las órdenes de la NICE, una organización científica malévola que impone una dictadura en la Tierra de la post-guerra mundial.
Una de las obras de H.P. Lovecraft que habla del famoso cerebro en un jarrón es El que Susurra en la Oscuridad. Aquí un promocional de la película hecha por la Sociedad Histórica de H.P. Lovecraft (2011)
En la mítica saga de Star Wars, en su sexto episodio, presenta en un brevísimo cameo un cerebro en un jarrón andando en una araña mecánica; en el universo expandido explican que son una cofradía de monjes llamados B’omarr que su máximo nivel de meditación implica que no necesitan más sus cuerpos y adoptan ese estado como iluminados.
Dos películas que considero dignas de mención por lo simpáticas y mórbidas son Robocop 2 (1990) donde podemos observar el cerebro del antagonista Cain en un jarrón e incluso aún tiene los ojos pegados a él y observa, desde la repisa, todos los procedimientos, hilarante; por otro lado, el gran Steve Martin en su título Un genio con dos cerebros (1983) interpreta a un neurocirujano que, después de verse forzado a casarse, comienza un tórrido romance con el cerebro de otra mujer.
En Robocop 2 (1990) una de sus escenas más recordadas, más simpática que impactante, pero mórbida, es la del cerebro del antagonista Caín, observando con sus ojos aún pegados a él, como lo hacen robot.
Obviamos la mayor parte del tiempo su existencia porque, bueno, no lo vemos y asumimos lo que somos en función de la totalidad de nuestro ser, no sólo el cerebro. Sin embargo, ahí, en esa masa, se aglutina nuestra psique, nuestra personalidad, miles y miles de pensamientos, sueños, miedos y aspiraciones.
Grandes hombres y mujeres han aprovechado el potencial del suyo para brindar conocimiento y progreso a la especie. Otros han hecho cosas igualmente maravillosas y monstruosas que demuestran que sus alcances son impredecibles e intempestivos.
Si nuestro cerebro nos ha permitido alcanzar el máximo desarrollo como especie y nos define, entonces ¿por qué nos da miedo?
Arte de Blackbirdmotel
