Hécate está asociada al poder mágico de la luna. Arte de Mattie Victoria.
Al oír la palabra Magia caemos en un lugar entre el temor y el asombro ya que desde niños nos hemos maravillado con cuentos, con ficciones donde hombres y mujeres poseen un conocimiento oculto con el que pueden realizar milagros. Así, en estas historias los personajes podían volar por los aires, desaparecer a voluntad, ver lo que sucedía en lugares remotos y hacer aparecer entidades que no pertenecen a nuestro entorno ordinario.
Piensa, por un momento, lo siguiente: ¿qué tal si todos esos cuentos son verdaderos y es posible realizar proezas usando reglas que no obedecen a las enseñadas en la escuela? La magia asusta porque parece ser injusta; una persona que la practica puede hacer cosas contra las que no tenemos ninguna protección, lo cual nos hace sentir como niños indefensos ante algo que no podemos detener. Al mismo tiempo nos asombra porque rompe todo lo establecido por las reglas y viviríamos en un mundo donde todo es posible, sólo habría que descubrir cómo producirlo.
La magia siempre ha encarnado la subversión contra el sistema.
Ante lo primero, pensemos en lo macabra que puede ser la ciencia hoy en día; si, sigue reglas basadas en principios científicos modernos, pero esas mismas reglas se pueden usar para espiar a una persona desde lejos sin que esta se entere o que una bomba destruya ciudades en un segundo. ¿Cuál da más miedo? Simplemente nos han convencido que la ciencia moderna es segura mientras la magia es insegura porque esta producto de la superstición y el engaño.
Ambas nos pueden asombrar y maravillar, no tenemos que entender los principios completos del motor de combustión interna para poder manejar un auto, ya que eso es espléndido por sí solo. Cualquiera puede subirse a un avión y este lo transporta como por arte de magia a otro lugar. Realmente es cuestión de enfoque.
La ciencia ha sido sujeta de polémica, al igual que la magia. Foto de phoelixde.
La verdad es que mucho de lo que se dice de la magia es exagerado; del mismo modo como cuando que se especula sobre maravillas científicas que realizan eventos imposibles en la Ciencia Ficción, de la cual ya hablamos en otra ocasión. Lo que quiero dejar claro es que la magia es real, existe y produce resultados. Los sueños y fantasías de la infancia pueden volverse reales si estas dispuesto a practicar y a aprender.
Ante esto veo surgir la pregunta en el lector de ¿porque no lo hace la gente todo el tiempo? La respuesta que yo te doy es ¿qué te hace pensar que no lo haces ya de manera instintiva? La verdad es que la magia se basa en observación y en interacción con potencias espirituales, es una capacidad que tenemos desde niños y que los adultos confundimos con fantasías y ficciones inventadas por la edad. Lo toleramos en los infantes, pero desde que los niños entran a la escuela es cuidadosamente reducido a niveles aceptables en nuestra sociedad.
La imaginación es una puerta a un mundo más allá de la realidad. Foto de Laveya Heproe.
Este condicionamiento social lo hemos tenido desde que la Iglesia Católica se impuso como la religión oficial ya que, a los ojos de la esta, la magia procede de interactuar con demonios porque con Dios solo ellos tienen línea directa. El mago es un transgresor del orden establecido y, por lo tanto, se le persigue y destruye.
Por otra parte, aprenderla en serio requiere esfuerzo y dedicación para que funcione de manera segura. La mayoría de la gente se aburre y desiste cuando descubre que hay que trabajar y estudiar durante años para lograr resultados confiables. Es como si pensáramos que cualquiera puede ser ingeniero con solo entender como funciona el control del aire acondicionado de su casa. Para ser claros: la magia siempre va a funcionar a pesar de la ineptitud de quien lo intente, la diferencia radica en lograr el resultado planeado o solo hacerr que pasen cosas sin explicación.
A los artistas se les considera al borde de los dos mundos. Detalle de El Loco, arcano del tarot Rider-Waite con el que se les asocia también.
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Así la ciencia y la religión toman su postura en contra de la magia y la promueven como algo peligroso y tonto. La excepción tolerada por este sistema son los artistas, los cuales son un grupo de gente que abreva del mismo pozo que el mago. Sin embargo, estos buscan su propio camino y definen sus propias reglas, no hay riesgo de repetición y sistematización. Cada uno es diferente del otro y no hay peligro en ello para el sistema.
No puedo dejar de mencionar a los espíritus; el mago interactúa de manera contínua con potencias ajenas a la realidad que existen de manera paralela a nosotros: espíritus de la naturaleza, ángeles, demonios, muertos… todos ellos existen en las fronteras de nuestra percepción aunque los científicos nieguen su existencia porque no lo puedan medir o definir todavía. La Iglesia sí cree en ellos, pero precisamente por eso detesta que un operador independiente —el mago— interactúe con ellos sin su control y permiso. Lo cierto es que, aunque no se les perciba, existen a nuestro alrededor, aunque no se les llame, ellos participan con nosotros en la existencia y podemos atraer su interés sin así quererlo, casi siempre, con resultados catastróficos para la persona común que no sabe qué hacer ante el ataque de algo que no puede entender.
Detalle de Las Crónicas de Nüremberg que muestra a Merlín, el arquetipo de Mago.
El mago puede ayudar a trabajar con ellos y así recuperar el balance en la vida de la persona afectada o claro, puede alterar el orden usando esas potencias para afectar a alguien. La moral no existe en la magia, es el operador el que decide qué es correcto o incorrecto en su proceder.
La literatura ha usado a la magia como un recurso para promover la trama. El héroe casi siempre encuentra al mago y este le ayuda a la Deus Ex Machina —locución latina que hace alusión a la una solución imposible dentre de la historía cuando todo está perdido— para lograr su cometido. Así, el mago Merlín aparece cuando Arturo requiere asistencia, Medea ayuda a Jasón a conseguir el vellocino de oro, el genio del anillo ayuda a Aladino a escapar de la cueva. De igual manera, los magos hacen excelentes villanos, sólo la inocencia y valor del protagonista podrá contra su poder.
El Dr. Faustus es la representación del dilema moral que implica el uso de la magia. En este detalle, es mal aconsejado por el demonio Mefistófeles.
Para citar las novelas que a mi me han tocado más profundamente sobre la magia —que no envuelven la academia Hogwarts— tenemos El Último Unicornio (1968) de Peter S. Beagle, la película animada es decente, pero la novela es mil veces mejor. También Un Mago de Terramar (1968) de Ursula K. Le Guin es una buena historia sobre el poder de las palabras y los nombres pero eviten la adaptación animada. Otra es El Nombre del Viento (2007) de Patrick Rothfuss; aún no se termina la serie, pero la primera y segunda novela son excelentes. The Enterprise of Death (2011) de Jesse Bullington es una excelente novela sobre la naturaleza de la magia y el costo de ella.
En los cómics podemos recomendar Books of Magic (1988) de Neil Gaiman y lean la miniserie que comenzó todo. Es otra excelente historia que relata el costo de usar la magia. También está Promethea (1999) de Alan Moore. Aprovechen que por fin se está vendiendo en español. Es un libro de texto sobre la magia y la realidad.
En el cine es un recurso que se ha usado hasta el cansancio, pero Verdugo de Dragones (Matthew Robins, 1981) tiene un tema sobre magia interesante. A Dark Song (Liam Gavin, 2016) presenta una visión interesante sobre un ritual mágico y sus consecuencias.
Para cerrar, la magia nos produce atracción y repulsión, interés y temor. Todos son producto de lo misteriosa que es.