El universo es muy confuso realmente. Foto de la Vía Láctea por QHYCCD.
Creemos que el mundo es ordenado y que todo sucede por alguna razón. Queremos confiar en que existe un destino que hace que las cosas sucedan por alguna razón que va a hacer que todo sea mejor. La verdad es que no existe el orden, todo es un intento de nuestra mente para encontrar patrones en las cosas.
Desde que éramos unos pequeños monos colgados de los árboles, nuestras mentes buscaban sin cesar patrones que se repitieran. El canto de un ave que nos hacía pensar en un nido cerca, ciertas formas de nubes que anunciaban lluvias, ruidos a la distancia que avisaban sobre depredadores… Lo más importante es entender que nuestras mentes primitivas buscaban encontrar causas detrás de las cosas que nos permitieran entender, conocer y poder así obtener alguna ventaja.
A veces, algo tan simple y fuera de nuestro control, puede darnos una ansiedad tremenda.
Pero mientras más profundizamos, más vamos descubriendo que solo existe el caos y que nuestra noción de un orden mayor es una ilusión. Solo para darles un ejemplo: gracias a Newton tenemos la ley de la gravedad entre cuerpos la cual explica cómo funciona dicho fenómeno. La ecuación es simple y elegante para dos cuerpos, como podría ser la manzana de la historia y la Tierra donde se encuentra. Pero cuando intentamos añadir otro cuerpo a la ecuación, digamos, la Luna, el ejercicio se vuelve imposible de resolver. Un matemático de nombre Henry Poincaré demostró que había un número infinito de soluciones al problema de los tres cuerpos.
Si a esa situación le añadimos más objetos, como el sistema Solar con sus diferentes planetas orbitando alrededor del Sol, no existe una solución que pueda explicar porqué no todo se colapsa y cae hacia el centro de gravedad despareciendo en una bola de fuego. En resumen, no podemos entender cómo funcionan las cosas por completo.
Henry Poincaré (1854-1912)
La ciencia trata de convencernos de que tiene todas las respuestas o que eventualmente las obtendrá, sólo es cuestión de tiempo para poder llegar a ese descubrimiento, a esa capacidad analítica que resuelva cualquier duda sobre el funcionamiento del universo. Pero no es así, mientras más profundizamos en el universo, más incógnitas surgen al punto que lo que creíamos una ley se vuelve algo que no siempre funciona igual en todas las condiciones.
Algo tan simple como viajar cerca de la velocidad de la luz rompe el esquema propuesto por Newton y nos hace entrar al relativista. Algo tan simple como querer entrar a lo más profundo de la materia nos manda a la teoría cuántica y manda todo por la borda, en vez de encontrar ladrillos ordenados sosteniendo a los átomos, solo encontramos paquetes de información.
Isaac Newton (1702) Sir Godfrey Kneller. Óleo sobre tela, 75.6 cm x 62.2 cm. National Portrait Gallery. Londres, Inglaterra.
Y aún así, insistimos en querer encontrar un orden en nuestro universo ya que eso nos daría tranquilidad, podríamos descansar sabiendo que todo está controlado, que todos nuestros átomos se encuentran orbitando ordenadamente en bonitas formaciones alrededor de cada uno.
Pero, si nada tiene orden en el universo, ¿porqué insistimos en buscarlo en nuestras vidas? Simplemente porque somos descendientes de pequeños mamíferos que buscaban el orden para así poder sobrevivir. No somos mas que monos con teléfonos celulares, viviendo vidas ignorando la verdad de este universo. No hay orden, sólo caos.
Afiche promocional de Pi: El Orden del Caos (Darren Aronofsky, 2008)
En la ficción, tenemos toda la literatura de Los mitos de Cthulhu (H.P. Lovecraft, 1921-1935) como una manera de enfrentar lo irracional del universo. El problema de los tres cuerpos (2006) de Cixin Liu es un libro de ciencia ficción dura en el que se presenta la situación de cómo nos enfrentaríamos a una civilización mucho más avanzada que la nuestra. Si queremos leer algo filosófico sobre las implicaciones del caos gobernando el universo les recomiendo mucho a Eugene Thacker y su libro En el polvo de este planeta (2015)
En el cine puedo recomendarles la increíble película Pi, El Orden del Caos” (Darren Aronofsky, 1998) donde un joven matemático se enfrenta a la cruda verdad de los números y su papel en el universo. El número 23 (Joel Schumacher, 2007) nos narra la historia de una persona que comienza a ser perseguido por patrones que tienen ese número como constante.
Afiche promocional de El número 23 (Joel Schumacher, 2007)
Para cerrar, buscamos orden en un universo donde no existe, pero estamos condenados a hacerlo por nuestra programación ancestral. La siguiente vez que percibas algo fuera de lugar, habrá que preguntarnos qué tan mal está.
