El transhumanismo está ligado a la ciencia ficción y al cyberpunk. Arte por: Racrufi.
Somos imperfectos. Nuestra condición humana nos es clara en cuanto a lo que carecemos: todos nacemos, crecemos, nos enfermamos y morimos luego. ¿Y si pudiéramos cambiarnos de algún modo? ¿si pudiéramos quitar lo que no nos agrada de nuestra existencia? ¿comer sólo cuando queramos? ¿dormir por placer? ¿ver tan lejos como un águila o nadar como un delfín? ¿No morir? Si pudieras inyectarte una sustancia que te volviera más de lo que eres ¿lo harías?
El transhumanismo es una corriente filosófica y cultural que considera que el siguiente paso evolutivo de nuestra especie será provocado por nosotros con la ayuda de la ciencia. ¿Suena a novela de ciencia ficción? Si: esto es porque los transhumanistas se han inspirado en esas obras para elaborar sus teorías.
Las historietas de superhéroes, donde el protagonista adquiere habilidades por encima de las humanas, es otro claro ejemplo de este tipo de pensamiento previo a que surgiera el movimiento como tal. Hay quien podría encontrar los primeros ecos en los mitos donde el protagonista busca la inmortalidad como en La Epopeya de Gilgamesh o la de los alquimistas.
Grabado encontrado en Irak que escenifica a Gilgamesh combatiendo a Marduk.
El problema al que nos enfrentamos ante la posiblidad de alterarnos es ético y religioso. ¿Qué tanto al cambiar nuestra biología seguiremos siendo humanos? ¿en donde dejaremos de estar sujetos a las reglas de una sociedad que no posee las mismas habilidades?
Las religiones del mundo insisten que sólo Dios® puede cambiar a su creación y, por lo tanto, aspirar a modificarnos rebasa nuestros límites y es un pecado. La mayoría de los transhumanistas son ateos o agnósticos por lo que les importa poco lo que estos grupos opinen. El problema surgirá cuando esto realmente sea una opción y haya grupos que se opongan por cuestiones religiosas a la modificación lo que podría llevar a cacería de brujas.
Ahora, nuestro mundo está en una seria crisis de recursos. Los optimistas piensan que podremos superarla mejorando las técnicas de producción, pero lo más probable es que cada vez podamos disfrutar menos las experiencias que se consideran que nos definen como humanos. Quizás en cincuenta años no nos podamos bañar en el mar sin un traje de cuerpo completo que nos proteja de la toxicidad en ese medio. Quizás sentir la lluvia en el rostro envuelva tener que inyectarte algo antes para no morir. Quizás la comida que conocemos ya no podrá ser disfrutada, el sushi está en camino a desaparecer por lo peligroso que se va a volver comer algo del mar.
Los mares se han vuelto foco de contaminación que pone en riesgo a la población mundial.
Existe la idea de colonizar otros mundos, pero sobrevivir en ellos sin modificarnos genéticamente primero suena complicado. Todo indica que vamos camino a una crisis global que, o nos va a hacer retroceder a épocas más primitivas, o nos va a desaparecer como especie.
En la literatura el tema se ha explorado mucho, sobre todo en la ciencia ficción. El género que más ha jugado con la idea es el conocido como cyberpunk, donde los protagonistas suelen tener implantes que les permiten conectarse a una red global donde viven una segunda vida. Neuromancer (William Gibson, 1984) y Schismatrix (Bruce Sterling, 1985) fueron de las primeras novelas del género que tratan fuertemente con modificaciones genéticas e implantes cibernéticos.
Previo a estos autores, Phillip K. Dick toca el tema de androides con conciencia propia en Do the Androids Dream of Electric Sheep? (1968), la historia en la que se basa la película Blade Runner (1968). Aún más viejo que Dick tenemos a H.G. Wells con La isla del Dr. Moreau (1896), novela donde el doctor Moreau modifica animales para que se conviertan en hombres y viceversa. Esta historia llevada también al cine en 1977 por Dan Taylor) y en 1996 por John Frankenheimer.
El ámbito literario, el cine y hasta la divulgación científica maneja profundamente el tema.
En el manga tenemos Galaxy Express 999 (Leiji Matsumoto, 1977) luego llevado a la animación en 1976; este narra la historia de un joven humano de nombre Tetsuro en un mundo donde los ricos se pueden convertir en cyborgs y vivir eternamente, el protagonista aborda un tren espacial que lo llevará al planeta Andrómeda donde se puede conseguir un cuerpo cibernético de modo gratuito. La historia es muy triste ya que, al viajar de planeta en planeta, Tetsuro se encuentra con androides que, a pesar de su inmortalidad, viven existencias vacías y trágicas.
En el cine se ha jugado continuamente con la idea de cambiarnos de algun modo, no siempre para bien del protagonista. En La Mosca (Kurt Neumann, 1958) y (David Cronenberg, 1986) un experimento se sale de control y el protagonista se transforma en un híbrido de mosca y humano, la versión de Cronenberg es mucho mejor en mi opinión. Tetsuo: The Iron Man (Shin’ya Tsukamoto, 1989) narra la historia de un hombre que, poco a poco, se comienza a convertir en una máquina. Gattaca (Andrew Niccol, 1997) narra la historia de un mundo donde la humanidad ha abrazado la idea de mejorar genéticamente a los bebés antes de que nazcan con defectos lo cual resulta en una sociedad basada en el mérito genético.
En La Isla (Michael Bay, 2005) el protagonista descubre que vive en una comunidad donde todos son clones y son usados como partes de repuesto para seres humanos que viven en el mundo real. Sobre crecer partes artificiales para así prolongar la vida tenemos la excelente Repo Men (Miguel Sapochnik, 2010) una comedia de humor negro donde el protagonista es un cobrador de clientes que se ha retrasado en pagar su órgano artificial y viene con orden de embargo, lo cual siempre significa la muerte del moroso. Por último, en Upgrade (Leigh Whannell, 2018) narra la historia de alguien que recibe un implante en su médula para así poder recuperar la mobilidad en su cuerpo, pero dicho implante comienza a mejorarlo en otras maneras.
Gattaca es un filme que muestra una sociedad distópica basada en el merito genético.
En las series de televisión puedo recomendar la adaptación de la novela Altered Carbon del autor Richard K. Morgan (2002), dicha serie de Laeta Kalogridis, estrenada en 2018 vía Netflix, nos cuenta un futuro donde las conciencias se pueden descargar en una computadora volviéndonos inmortales, pero no todo es tan ideal como aparenta.
En mi humilde opinión, estamos lejos de poder lograr modificaciones permanentes, pero si fuera una opción real en este momento yo la tomaría. Considero que es una alternativa que me permitiría vivir nuevas experiencias que sólo en mis sueños he tenido. El concepto de humanidad es algo muy tenue que se basa en simple memoria, podemos reescribirlo si es necesario.
