La Alquimia fue una ciencia que buscaba la inmortalidad del ser humano y arrancarle a la naturaleza sus misterios. Foto por simfonic
Alquimia, dice la enciclopedia, era una forma de pensamiento especulativo el cual, entre otros fines, intentaba transmutar los metales en oro. Esto denota, entre otras cosa, el pensamiento racional y científico de los editores de la misma.
No por nada La Enciclopedia fue la joya de La Ilustración como corriente de pensamiento. Pero al convencer a la población que lo que está en el libro es lo único correcto entonces comenzamos a perder la libertad de aprender lo que estas fuentes consideran no apto.
No digo que estén mal nuestros editores, al final de cuenta dicen lo que muchas mentes brillantes consideran cierto y ellos repiten las doctas opiniones para el beneficio de los demás. Simplemente digo que el mundo es mucho más grande e indefinido de lo que algunos quieren convencernos.
Aquí un grabado de un círculo de transmutación de la Edad Media, concepto fundamental de la Alquimia. Arte por chaosophia
La Alquimia es un proceso espiritual y físico, y su creencia fundamenta es que todo objeto en este mundo tiene su propio espíritu. Si gustan, pueden buscar animismo en la enciclopedia para que vean lo que nuestros doctos amigos opinan de eso.
Si ya desde ahí encontramos que la idea base raya para ellos en la superchería tenemos un problema de comunicación serio y sufrimos del síndrome del hombre blanco demeritando a los pobres nativos y sus ideas locas.
Todo tiene vida y conciencia para el alquimista, desde las plantas hasta los minerales. Aunque dicha conciencia sea limitada dependiendo a su complejidad. Las plantas para ellos comparten un mismo espíritu o mercurio —no confundir con el mineral— mientras que los minerales cada uno tiene su propio espíritu.
Grabado medieval de Nicolás Flamel, el alquimista más famoso de todos.
Por eso los alquimistas empezaban su camino aprendiendo a realizar tinturas y compuestos a partir de las plantas. Era como su preparatoria antes de la tesis profesional, de ese modo llegaban a la piedra vegetal y podían continuar hacia la piedra filosofal.
¿Que eran estas piedras? La idea básica en la que trabajaban era en la de disolver los componentes base para luego volverlos a unir después de numerosas purificaciones. Esto era su máxima solve et coagula. Primero con los vegetales, luego con los minerales y por último con ellos mismos para así alcanzar la inmortalidad.
La piedra era entonces la refinación de un componente mineral o vegetal hasta su estado de perfección; se rumoraba que era tal que podía transmutar los minerales al tocarlos en oro, el cual era para ellos el metal más puro y perfecto.
Grabado de Baphomet del S. XIX del mago Eliphas Lévi, con la máxima Solve et Coagula.
Literalmente lo que hacían era repetir el proceso de muerte a putrefacción a renacimiento dentro de los minerales y vegetales. Cuando decimos putrefacción tenemos que entender que para ellos un mineral se descomponía de igual modo que la materia orgánica, disolviéndose en otros compuestos hasta quedar reducido a cenizas.
Posteriormente, este revivía convertido de nuevo en su modo más puro. Para ello usaban todo tipo de procesos com la calcinación, la disolución, la digestión… la lista es larga. Muchos de sus aparatos fueron los precursores de los equipos de laboratorio de química moderna sólo que eran hechos con arcilla, vidrio sin templar, y mucha ingenuidad.
Todo este trabajo tenía una dimensión profundamente espiritual, para el alquimista no había nada sin oración ni meditación ya que el proceso solía ser lento y requería mucha atención. El menor desajuste podía arruinar el trabajo de meses por lo que requerían de su cuidado en todo momento. La iglesia Católica perseguía a los alquimistas ya que sólo ella podía tener la llave para la vida eterna.
Jan van der Straet, llamado Stradanus (Países Bajos, Brujas 1523–1605 Florencia) Distillatio, circa 1600.
¿Servían realmente los elíxires que preparaban? Eso nunca lo sabremos. Hoy en día, con nuestro modo de vivir neuróticamente conectados en todo momento, la vida del alquimista es imposible.
Claro, podemos intentar repetir los experimentos con matraces de vidrio templado hirviendo en camas de arena conectados a enfriadores y condensadores como los usados en los laboratorios más avanzados, pero al perfeccionar el proceso estamos quitando algo vital de él, algo que no podremos entender ya que no vivimos en esos tiempos ni tuvimos que pasar por sus dificultades.
Si aparte de la dimensión física se requería de un estado mental adecuado para poder realizar la operación, entonces el uso de equipo de laboratorio retira algo vital de ella.
La alquimia dio paso a la química moderna y fue relegada por ella. Foto por Frostschock
En el cine los alquimistas suelen ser sabios que actúan como Deus Ex-machina —Dios hecho máquina, podían sortear obstáculos imposibles— para ayudar de algún modo la trama. La Invención de Cronos (Guillermo del Toro, 1993) narra la historia de un mecanismo que transmuta la sangre de su dueño para así volverlo inmortal.
En Fausto (Jan Švankmajer, 1994) el protagonista, antes de invocar a Mefistófeles, hace experimentos alquímicos para crear un homúnculo —es un doble humano diminuto, una fase de la alquimia—; es altamente recomendable.
safe sites for canadian viagra. Así en la Tierra como en el Infierno (John Erick Dowdle, 2014) ya mencionada en otra entrega donde la razón de los protagonistas para ingresar a las catacumbas es encontrar la piedra filosofal en la tumba de Nicolas Flamel. Eso solo es la excusa para mandarlos a un viaje muy literal al infierno.
Imagen introductoria de Cronos (1993) la ópera prima de Guillermo del Toro.
No podía faltar la animación japonesa que tacleara el concepto, Full Metal Alchemist (Hiromu Arakawa, 2001) es una historia de manga llevada al anime basada en un mundo donde la alquimia es posible y realizable sin retortas ni alambiques, acción y muy poca seriedad hacia el verdadero arte.
Baccano! (Ryogo Narita, 2003) es una historia de gangsters en los años 30’s en la cual está implicado el elixir de la inmortalidad desarrollado por alquimistas en 1711. La historia es divertida, pero cero alquimia mas que para justificar resurecciones milagrosas.
Para concluir, esto lo escribo con tristeza, es como encontrar una partitura para música con un instrumento que no existe ya, es como contemplar una máquina de la cual nunca podremos entender para qué servía. Es ese sentido de pérdida el que me embarga cuando hablo de la alquimia. La Gran Obra no se puede repetir ya como ellos la hacían, muy tarde para intentar seguir los pasos de ellos. Ese barco ya partió, quizás lleno de locos, quizás lleno de sabios. Nunca lo sabremos.
Secuencia de Fausto (Jan Švankmajer, 1994) donde invoca a Mefistófeles.